Viene.
Vino.
A visitarme.
La muerte.
Con sus ojos violetas,
su máscara de polvo,
su sonrisa de marfil.
Se sentó a mi lado
y me susurró uno a uno,
todos...
cada uno,
de los nombres perdidos.
Me tomó de la mano
y suspiró,
los vientos de los mares del hielo.
Abiertas las fauces de la noche.
Me miró a los ojos,
abrió su manto de moho y soledad,
y en su frialdad me dio cobijo.
Refugio estático.
Voz estática.
Me toma.
Me toma la muerte como compañera tácita
de sus andanzas,
de sus recuerdos,
de su risa en el tic-tac del reloj,
de su loca danza en la noche.
Habla, Muerte, habla.
Nunca me has nombrado.
Di, Muerte, di.
Mi nombre.
Busca, Muerte, busca.
Mi costado.
3 de Mayo de 1999. Amparo Carranza Vélez.
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