25.10.09

TRÁFICO DE PORCELANA


TRÁFICO DE PORCELANA


Muñecas robadas,
hechas de papel y tul.
Princesas del llanto.
con cuerpos de niñas casi mujeres.

Les arrancaron los sueños  de organdí rosado.
por harapos de asquerosidad.
Les arrancaron los ojos de hada y los labios de rubí
ahora son huecos negros.
Las coronaron de horror.
Las vistieron con malabares obscenos.

Muñequitas traficadas.
Las venden y las compran.
Las exhiben, las esconden.
Las denigran, las pervierten.
Las desgastan, las comercian
en el mercado de la carne manchada.

Ellas perduran en las penumbras.
Nadie las recuerda.
Las drogan, las hambrean, las flagelan.

Rostros de caramelo y cuerpos deshechos.
La mentira es un anzuelo mortal,
con olor a gula de hombre inmundo.
Mejillas ya grises, ocultas de la luz.
Muñequitas descuartizadas para coleccionar.

Ellos quienes las poseen, las usan, las disfrutan,
las muerden, las atan, las veneran, las envenenan,
las cohíben, las encierran, las golpean, las cortan,
las aterran, las drogan, las violan, las regalan, las filman.
Esos seres sombra, pedófilos del diablo,
engendros del vómito.
Ellos, son sus dueños.


25 de Octubre de 2009.
Amparo Carranza Vélez.

DESPIADADO





Despiadado el tiempo me recuerda el polvo.
Trae desde sus ambages la arena de otras peleas.
Desgarra la vida que pasa desapercibida.
Se retuerce en las manos no amadas.
Se ovilla en los parpados caídos.

Nada trae consigo el recuerdo de lo ido.
Ni el presagio de lo nuevo.
La vida es una trampa de tontos.
Y una trampa para mí.


Se evapora la posibilidad de enmendar errores.
Se van los amantes a otros brazos, a otros vientres.
El mío sigue siendo un vacío estático y casi mudo.
Mi mundo depaupera en la niebla del jamás.

¿Cuántas puertas he abierto para buscar otra oportunidad?
Y sin embargo cada puerta es una pared más.
¿Cuántas veces he creído que amar me haría perfecta?
Y sin embargo fui más error y duda, más vacilación y temor.


Desfigura la vida, las sonrisas.
Bajo una cortina de niebla azul.
Tus manos no me han tocado.
Mi linaje se evapora en la nada
de esta nación inútil y absurda.
Mi mundo naufraga en este instante.
Mi alma se retuerce en la garganta.


Despiadado el tiempo viene a llamarme.
Para rendir cuentas de mis fracasos.
Ante el mundo. Sin ti. 

15 de Abril de 2006



CIUDAD DEL MIEDO



Querido.
No me confundas.
Con tus pensamientos llenos de deseos.
Y esperanzados abrazos.
Son demasiado tiernos.

¿Acaso no entiendes?
Debo sobrepasar este espiral de perdición.
Ya mimeticé mi carne con el cemento.

Pertenezco a este lugar.
Donde nadie siente.
Nadie ama.

Sin luz. Sin aire.
Erigida sobre el temor.
La ciudad del miedo.
Vibra sobre subterráneos lamentos.

Intento esconder el dolor.

Y juego a que estoy muerta,
para detener el dolor.
Juego a que estoy muerta
y el dolor se detiene.

No me distraigas, querido, con tu aliento,
puedo creer que respiro de nuevo.

A veces es como dormir.
Ahogo el dolor.
Cuando se encrespa y arremolina en vértigo.

Entonces, concuerdo con esta ciudad,
de loca violencia y espectros.
Como un macabro concierto,
interpretado por cuerpos.

Y anido en mi tormento.
Abrazo la lenta inclemencia tuya;
porque me haces sentir de carne otra vez.

Déjame jugar a que estoy muerta,
que sólo la muerte detiene este dolor.

La ciudad del miedo, en mí, nació.

26 de Octubre de 1996.
Amparo Carranza Vélez.

REMANSO








En el remanso de la noche,
me llega tu recuerdo
y fluye como furioso río de fuego.

En el silencio de este momento,
se desliza tu aliento
que sopla a mis oídos,
y que no siento.

En el vacío de esta ciudad,
sueño que me sueñas.

En la quietud de ese mar de barro,
navega tu nombre
hasta clavar anclas en mi dolor abierto.

13 de Julio del 1996.
Amparo Carranza Vélez.


NAUFRAGO


           




En un mundo de polvo,
donde el mar gobierna.

Eres la bestia
que despedaza mi carne.

Las mordidas se desangran
y mezclan con la sal de tu indiferencia.

Tus ojos son aguas de lo hondo,
donde tiro mis redes y no penetran.

Tus manos son olas de espinas,
que han llagado mi piel descubierta.

En un mundo de cenizas,
el mar depaupera.

He tirado una desesperada cuerda,
hacia tus inexistentes orillas.

Y tus ojos olean,
como un mar sin estrellas.

Nado. Llena de cicuta marina.
Mis pulmones estallan, mientras la noche aletea.

En tus ojos, sólo encontré la costa
de espirales de humo y frías tinieblas.

Mi soledad golpetea sus brazos
contra el manto de agua densa.

Naufrago eterna y reiteradamente
Y nado en la quietud
de la negrura cierta,
del ahogo interminable.



7 de Enero del 1996.
Amparo Carranza Vélez.