22.9.08

LA NOCHE




La tristeza se ancla en la inmensidad gris.
Y se expande desde mí al mundo.
Ayer intenté retenerte en mis manos.
Solo retraje las caricias inconclusas.

Mi amor es demasiado para compartir.
Pero albergarlo dentro mí, es asfixiante.
Sé que te atemorizo, sé que te asustas.

La noche se extiende desde el cielo hasta mí.
Y marca el ayer como tiempo inexistente.
El mañana traerá de nuevo tus besos, tu presencia.
Pero nunca te traerá completo a mí.

Es extraño ver caer la noche en mis labios.
Es extraño poder amar tanto.
Y sin embargo resignarse de la promesa feliz.

La distancia no tiene medida, solo oscuridad.
Y viento.
Tú no sabes reclamarme,
ni retenerme,
no sabes pertenecerme.
Tú no quieres mi sangre, ni mi linaje.
Ni la secuencia de cuerpos y de vida,
comprendidos en mi cuerpo de mujer.

Sé que nuestro desencuentro
va más allá del tiempo.
Del espacio.
Desencuentro en la noche.
Que albergas en tu mente, en tu corazón.
Esa frialdad emblemática de hombre.
Esa penumbra constante en los nombres.
Esa rigidez de alma exclusivamente masculina.

La noche se agranda.
Se enaltece.
Se eterniza.
Arponeando.
Mi pecho.
De mujer vacía.

Me dejo caer ante la derrota de mi sueño.
Me dejo vencer por la herida.
Aunque alce mis brazos al cielo.
No abrazo más que el frío.
Y permito que avance ella.
La noche que permanece.
La noche que se expande.
Y se purifica.
La noche que me hiere en la constancia.
Mientras tú existes.


Amparo Carranza Vélez.
30 de Diciembre de 2006.

31.7.08

GUERRERO



Caerán las barreras del tiempo,
que te han apartado tanto de mí.
Se deshará esta cárcel de huesos y piel.
Será bello.
Será bello ver detrás del velo.
La verdad.

Despojarás las armas que llevas sobre ti.
Ante mí no servirán.
Sabrás que no hay derrota ni victoria.
Y el filo de tu espalda será una gota de agua sobre mí.

Y detrás de cada campo de muertos y cuerpos,
encontraré la música del alma.
Los cadáveres desaparecerán en la noche.
Para dejarnos el campo libre a nuestro paso.

Tu armadura será seda en mis manos.
Tendrán el brillo que deslumbra los sueños.
No el brillo del temor.

El humo de las batallas
será el nuevo velo de ensueño.
Vibra la tierra
bajo el golpeteo de los cascos
de los caballos guerreros.

Y la fuerza bélica de tus manos
se deshará bajo mis besos.
Lavaré las cicatrices de aquellas epopeyas inciertas.
Seré el hada de agua languideciendo el metal de tus armas.
Un búho chilla con el brillo de la luna.
Y los bosques crecen para tapar las huellas.
De odio y sangre.
Las hojas de las madreselvas dibujan otra tierra.
Como yo dibujo una nueva mirada en ti.
De a poco, casi imperceptiblemente.
Silenciosa y lenta.
Mis aguas invaden e inundan la fuerza del hombre.
La doblegan.
La vuelven tan humana y suave.
Cae finalmente el guerrero entregado
al seno azul.

No hay más guerras.
Ni conquistas.
Ni comunidades de treguas.

Solo es oscuridad táctil y liquen de mujer.
No hay más tierras por conquistar.
No hay más luchas sin fin.
Olvidadas se ahogan las guerras y los lamentos bajo la luna.
Solo podrás llevar la insignia dentro de ti.


Amparo Carranza Vélez.
19 de Junio de 2006.

ABSURDO


Absurdo, amar.

Absurdo, mirarme frente al espejo y hablar.

Como si el reflejo pudiera responderme.

O como si esa imagen invertida obedeciera.

Absurdo el existir.

Para solo recordar.

Absurdo el sentido del pecado sin saber qué es el mal.

Y más absurdo es tener un cuerpo si está vacío.

Me río de mi propio ser.

Me ridiculizo con estos miedos.

La vida pasa.

¡Sí y qué más!

¿Debo temer a la vejez?

¿Por qué?

¿Debo temer a la soledad?

¿Para qué?

Más insólito aún es amar un cuerpo.

Enardecerse por su presencia.

Ya que no puedo apagar el fuego de este corazón.

Que quema, que vive, que quema y quema.

Y respira en las brasas, insoportablemente irrisorias.

¿Para qué te deseo tanto?

Si has de partir siempre al final de cada encuentro.

¿Para qué nací mujer si no puedo serlo?

¿Para qué busco la sangre?

Si es una mancha roja de risa.

Que no devuelve nada.

Simplemente proporciona vida y fuego a este pecho loco

de desamor.

Absurdos son los labios que carcomen mi entraña.

Desvivida y desquiciada por ese ser de niebla.

Parecido a un payaso ignoto del tiempo y del existir.

Payaso de carne.

Pordiosero del espejo.

No sabes mirarme.

No sabes encontrar en mí, el hueco que abre al otro mundo.

No sabes siquiera, desempeñar tu número teatral dentro del circo.

El templo de la magia y el absurdo.

Entre malabares y entre bestias.

Es absurdo creerse vivo.

Amparo Carranza Vélez. 16 de Abril de 2006

14.7.08

HOY LA SOLEDAD



Me sabe infinita.
Creo comprender que hoy.
Realmente pude palparlo.
Siempre me he sentido sola.

Hoy vislumbré la pequeñez
en el mundo
y su fragmentada inmensidad.
Desintegro mi ser en lo absurdo.

Pude entender el amor, alguna vez.
Y veo que no es factible en los demás.
La soledad solo es palpable.
Siempre a cada instante.
Dentro, arriba, delante y detrás.

Hoy caminé como caminaba en mi niñez.
Pero sin descubrir el mundo alrededor.
Hoy caminé descubriendo el frío
que siempre alberga el corazón.
Desde la primera vez.

Hay un desaliño de vida.
Que no llego a controlar.
Una mácula de destino.
Que se desdobla.

Hoy la soledad
me dice que seré siempre
su sierva, su niña, su prisionera.
Ella me entregará un día
en los brazos mismos de la muerte.
Y yo no sentiré ningún cambio de lumbre.
Ni de sensación. Ni de fin.
Si será entonces cuando la soledad,
se desdibuje sola de mí.


28 de Mayo de 2008.

26.5.08

DESPIADADO


Despiadado el tiempo me recuerda el polvo.

Trae desde sus ambages la arena de otras peleas.

Desgarra la vida que pasa desapercibida.

Se retuerce en las manos no amadas.

Se ovilla en los parpados caídos.


Nada trae consigo el recuerdo de lo ido.

Ni el presagio de lo nuevo.

La vida es una trampa de tontos.

Y una trampa para mí.


Se evapora la posibilidad de enmendar errores.

Se van los amantes a otros brazos, a otros vientres.

El mío sigue siendo un vacío estático y casi mudo.

Mi mundo depaupera en la niebla del jamás.

¿Cuántas puertas he abierto para buscar otra oportunidad?

Y sin embargo cada puerta es una pared más.

¿Cuántas veces he creído que amar me haría perfecta?

Y sin embargo fui más error y duda, más vacilación y temor.

Desfigura la vida, las sonrisas.

Bajo una cortina de niebla azul.

Tus manos no me han tocado.

Mi linaje se evapora en la nada

de esta nación inútil y absurda.

Mi mundo naufraga en este instante.

Mi alma se retuerce en la garganta.


Despiadado el tiempo viene a llamarme.

Para rendir cuentas de mis fracasos.

Ante el mundo. Sin ti.



15 de Abril de 2006

OLVIDO BLANCO


Vestida de viento,
deambulo
como espíritu de invierno.

Envuelta en hojas,
mis pasos resuenan
como cadenas rotas.

Frías se condensan las gotas,
como llagas en mi piel.

Me deslizo,
ánima perdida
sobre el aire
gris y mudo.

Para detenerme
a esculpir formas
en la niebla.

Niebla que todo abarca,
que todo toca.

Niebla que gobierna.
El olvido blanco de tu memoria.



14 de Junio de 1998.

11.3.08

CIÉNAGA



Una ciénaga será mi guarida.
La eternidad vendrá.
Nunca.
Los sueños inquietos en mí.
¡Nunca!
El regreso al remanso húmedo
de tu piel.

Pardusco y hediondo sufrir.
Moho de sangre.
Grietas de inmundicias.
Escondido como una mancha indeseable.
No es heroico, ni valiente.
No es martirio, ni redención.
Es sólo un terrible pantano.
Negro y pegajoso entorno.
Agobiante.
Asfixiante.
Insoportáblemente sucio.
Eterno.

El tiempo ha de irse y se irá.
Tú has de irte y te irás.
Yo he de irme.

Entumecidos mis brazos,
se prenden a la tierra muda,
quieta, confusa.

¡Inertes!
Mis sueños cultivados con esmero.
Inertes.
Los pétalos de tus labios sobre mí.
¡Ya no pueden traerme de regreso!
Ya he de hundirme y envolverme
en esa substancia,
negra, fría, y repugnante,
de una vida inerte.



18 de Septiembre de 2001. Amparo Carranza Vélez

RULETA


Volveré a los mismos casilleros,
volveré a los mismos colores,
a los mismos números.

Dar vueltas en un mismo juego.
En un sin fin de giros.

Soy la blanca esfera
que dicta el destino de tantos.

Encerrada
en el mismo círculo.

Y otra vez me arrojan.

Y otra vez salto,
y brinco
nerviosa, enérgica,
pensando que llegaré a un lugar distinto.

Hasta que la fuerza amengua
y vuelvo a girar
en ese disco de madera,
con números, con cubículos,
con los nuevos destinos
que nunca han de ser los míos.


27 de Noviembre de 2000.
Amparo Carranza Vélez.

LUZ DE CIPRÉS


Devuelve la luz al ciprés,
detrás de las colinas de mármol.
Y vierte la lluvia cálida,
sobre los nombres escritos y olvidados.
Camina en esas calles diminutas
de maqueta sin vida.
Recorren el moho y el llanto,
la pendiente del lecho oculto.
No busques la forma de mi cuerpo
que he dejado a sabiendas.
No trates de oír mis viejas palabras.
Deja que la naturaleza me tome
me desintegre,
me vuelva liquen, hiedra,
polvo, piedra.
De persona a materia.
De materia a luz de ciprés.
A sombra de árbol.
A nada desvelada.
A estrella nueva.

Enero del 2000. Amparo Carranza Vélez

LABERINTO DEL IMPOSIBLE


Llegaré al fuego de tus manos.
Callaré la tormenta de tu boca.
Se despliegan los cuervos
y vuela lejos el manto violeta
de la tristeza.

Te busco en ese laberinto
del imposible,
y llego al calor de tus silencios,
al incienso de tus ojos.

Guardián de los sueños,
espejismo, duende.

Cada vez que te veo, desapareces
y dejas una ciudad de tumbas.

Caen, caen,
pedazos de estrellas.

Caen, caen,
océanos ahogados.

Y crecen, crecen,
ánimas vacías de la tierra.
Sonámbulas sombras inciertas,
serpientes sigilosas.

Crecen y crecen
las distancias,
el desierto vacío de ti,
el anhelo de horas y días,
la espera,
la separación de los muertos,
el tiempo.

Y caen de nuevo
sobre mis párpados
las negras plumas.

Caen los otoños,
caen los cuerpos, los pasos, la luna,
y retumban en el eco vacío.

¿Llegaré?
¡OH! Maestro de lo intangible.
Camino desdibujado.
Recipiente de mis llantos.

¿Llegaré a tus manos?
Al hueco de tus labios
que soplan vida,
al refugio de ese saber,
de ser dos,
de ser y poder al fin
dejar de ser.

29 de Septiembre de 2000. Amparo Carranza Vélez.

LOCURA

Traigo los horizontes de la locura.
Cargo con el frenesí del ocaso.
Y con la amenaza de existir.

Pesan sobre mí los terribles del oro.
Busco el olvido y
no llego.

Vienen a buscarme
Vestidos de putridez.
Vienen arrastrando sus carnes.
Y sus bocas huecas,
llenas de codicia.

Ya no respiro.
Este extraño inerte.
Autómata de cubículos.
Abúlico, entumecido.

Encierran mi ser
en el tiempo y en humo ácido.
Cortan cien veces mis pies.
Mutilan mis alas con espejos.

Cárceles de aire.
Cárceles de la mente.
Laberintos infinitos.
Pensamiento atado.
Conocer vano.

Vivir sin vivir.
Vivir como me han enseñado.

25 de Mayo del 2000. Amparo Carranza Vélez.

INERTE.


Tajante y agudo
el corte, la herida.

Vuelvo mis ojos
y sólo encuentro el vacío.
Se acallaron las rocas,
murió el cielo.

Mis manos se hunden en la negrura
de un océano incontenible.

He de hundirme profundo,
más profundo
hondo,
más hondo.
Hasta nunca dejar de hundirme,
casi hasta desaparecer.

Desaparezco y vuelvo a vivir
sólo el ahogo condenado
de sólo mirarte.

Mientras un ejército me contiene,
me desgarra la piel.
Mirar y permanecer
en la inexistencia,
en la grandeza de la sangre.

Quieta, muda,
inerte,
sin lágrimas,
sin otra opción que el mirarte.

20 de Agosto del 2000. Amparo Carranza Vélez.

ESTARÉ EN LA NOCHE ETERNA

Estaré aquí esperando la noche eterna,
en que se acallan los cuerpos.
Cuando el viento se aquieta.
No habrá mas sentido que la oscuridad,
más música que el silencio.
Donde la materia crece en polvo,
y los violetas se condensan
en un vestido inmutable.

No veré el día.
No veré la noche.
No estaré.

Estaré dentro de la noche
liberando mi cuerpo de las ataduras inciertas,
de esos límites creídos,
en la existencia perdida.

Enero del 2000. Amparo Carranza Vélez.

EN LA NOCHE SIN RETORNO


En la noche sin retorno
vuelco el vacío al infinito,
más allá de las estrellas,
más lejos que el delirio.

Encuentro en el hueco negro
el pozo negro de tus labios.

Como remolino histérico
Las fuerzas me hunden en su caverna.
Ya no respiro, ya no me muevo,
me dejo caer ante el triunfo de lo salvaje.

Me desprendo del lenguaje,
busco el silencio,
mis manos escriben en la oscuridad,
en el ahogo de los alientos.

Eres un macabro ángel,
con alas de niebla,
con cuerpo de fuego.

En la noche sin retorno,
traspaso el portal del espejo,
me dejo desarmar,
me doblego en tus manos,
me hundo en el pozo sin fin,
me interno en tu laberinto
y así perderme lejos de este cuerpo.




12 de Febrero de 2000.
Amparo Carranza Vélez.

3.3.08

HIELOS

Hielos en tus pasos.
Distancias marcadas de gris.
Viento del aullido callado.

Hay miedo en los hielos.
Hay violencia de frío.

Distante como un cóndor,
suspendido eternamente
en lo inalcanzable.

Imposible de soplar.
Imposible de tocar.

Este amor avivado,
fortalecido,
encarnado.

Hielos eternos.
Hielos.
Eternos hielos de lo imposible.

Blanca nada de la muerte.
Memoria de nieve
y rocío de espinas en mi piel.
Baño de torturas.

Siempre te escapas de mis manos.
Copo de blanco permanecer.
Eres el grano desintegrado
del último paraíso.

28 de Marzo de 1999. Amparo Carranza Vélez.

ENTRE LAS PIEDRAS


Escucho tu aliento

entre las piedras.


Danza escurridiza

un ánima en el viento.

Y cae una última llovizna sobre tus huellas.


¡¡¡Rasguño la tierra para encontrarte!!!


Busco encontrarte con mi piel.

Mi piel con matices de gris,

para que reviva

en el trueno de tu recuerdo.


28 de Marzo de 1999. Amparo Carranza Vélez.

LA VISITANTE


Viene.

Vino.

A visitarme.

La muerte.


Con sus ojos violetas,

su máscara de polvo,

su sonrisa de marfil.


Se sentó a mi lado

y me susurró uno a uno,

todos...

cada uno,

de los nombres perdidos.


Me tomó de la mano

y suspiró,

los vientos de los mares del hielo.

Abiertas las fauces de la noche.


Me miró a los ojos,

abrió su manto de moho y soledad,

y en su frialdad me dio cobijo.


Refugio estático.

Voz estática.


Me toma.

Me toma la muerte como compañera tácita

de sus andanzas,

de sus recuerdos,

de su risa en el tic-tac del reloj,

de su loca danza en la noche.


Habla, Muerte, habla.

Nunca me has nombrado.

Di, Muerte, di.

Mi nombre.

Busca, Muerte, busca.

Mi costado.


3 de Mayo de 1999. Amparo Carranza Vélez.