Llegaré al fuego de tus manos.
Callaré la tormenta de tu boca.
Se despliegan los cuervos
y vuela lejos el manto violeta
de la tristeza.
Te busco en ese laberinto
del imposible,
y llego al calor de tus silencios,
al incienso de tus ojos.
Guardián de los sueños,
espejismo, duende.
Cada vez que te veo, desapareces
y dejas una ciudad de tumbas.
Caen, caen,
pedazos de estrellas.
Caen, caen,
océanos ahogados.
Y crecen, crecen,
ánimas vacías de la tierra.
Sonámbulas sombras inciertas,
serpientes sigilosas.
Crecen y crecen
las distancias,
el desierto vacío de ti,
el anhelo de horas y días,
la espera,
la separación de los muertos,
el tiempo.
Y caen de nuevo
sobre mis párpados
las negras plumas.
Caen los otoños,
caen los cuerpos, los pasos, la luna,
y retumban en el eco vacío.
¿Llegaré?
¡OH! Maestro de lo intangible.
Camino desdibujado.
Recipiente de mis llantos.
¿Llegaré a tus manos?
Al hueco de tus labios
que soplan vida,
al refugio de ese saber,
de ser dos,
de ser y poder al fin
dejar de ser.
29 de Septiembre de 2000. Amparo Carranza Vélez.
1 comentario:
Me encantan tus poemas. Como buen admirador de Poe me atrae lo dark, y la evocación de cuervos.
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