10.3.09

NI LAS HORAS



Ni las horas que se hinchan como la madera mojada.
Ni el eco furtivo de tu risa.
La secuencia de recuerdos que se extiende
hasta casi extinguirse de mi precaria mente.

Se revisten de ataúd las tardes de lluvia.
Recorren impúdicas y molestas, estas aguas,
las profundidades que albergan tu cuerpo.
Lo tocan, lo mojan, lo nutren.
Ese mismo que recorrí con mi lengua,
y nutrí con mis versos.

Allí lejos en lo oculto
permanece quieto.



Amparo Carranza Vélez

5 de Enero 2009

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